Blog personal de Diego de Haller
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Y vuelvo con fotos

Hace tiempo que no hago fotos. Las razones nunca van solas y son varias: falta de tiempo, falta de ganas, falta de motivación, frustración con la calidad de las pocas fotos que hago, …

La última vez que me llevé la cámara fue cuando estuve en Río 2016, y ahí es que no tenía mucha opción. Río no es una ciudad a la que vaya a volver en mucho tiempo y la ocasión lo merecía: unos Juegos Olímpicos. Pero el resultado fue un desastre. Pase que alguna foto no salió muy mal, pero es que la mayoría fueron un completo desastre. Le echo la culpa a la cámara que tengo, una Sony NEX-6 que me compré a finales de 2012. Es muy fácil echarle la culpa a la máquina. Pero cuando salen las fotos bien, siempre decimos que no es solo la máquina, ¿no?. Pues aquí es lo mismo. Y por mucho que me engañe, sé que las fotos salen como salen por mí. Y es que no tuve en cuenta que el cambio de una réflex a una cámara sin espejo no es tan sencillo como parece, o al menos a para mí no lo fue. No encuentro los controles que quiero (tanta pantallita y tan poco botón es lo que tiene) y cada vez que tengo que hacer un mínimo ajuste tardo mucho, y pierdo la oportunidad de la foto. Si consigo tener los ajustes que quiero, me cuesta horrores encuadrar, y una vez encuadrada la foto, el enfoque es lento de narices. Total, que a uno se le quitan las ganas.

Después de pensar en vender la cámara y volver a una réflex normal, actualizando mi vieja Canon 40D por una 80D o incluso una 7D, he decidido darle otra oportunidad a la Sony NEX-6. Tengo dos objetivos, el 16-50 que viene de serie y un 18-200 estabilizado, que si bien es muy suave por debajo de f8, me da un rango de zoom que me sirve para casi todo. Y no pesa nada, y del tamaño ni hablamos. Así que aprovechando las vacaciones de semana santa, me he obligado a llevarme la cámara.

Pero no os voy a engañar, no me he reconcialiado del todo con ella. Sigo tardando en encontrar los ajustes, sigo tardando en encuadrar, sigue tardando en enfocar, y muchas veces me encuentro con resultados como este:

Total, que uno se sigue desesperando. Pero sigo sin rendirme.

Al final miro el lado positivo: vuelvo a hacer fotos sólo cuando de verdad merece la pena, y se nota al final cuando llego a casa. Antes llegaba con 500 fotos o más por salida. Ahora si llego con 100 es un milagro. Y es porque he disparado en ráfaga.

Seguiré intentándolo, y espero conseguir cogerle el truco. Ya os iré contando.

Por lo pronto os dejo algunas fotos de las que no puedo avergonzarme. Es mi opinión, pero sed sinceros si veis que son un churro.

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