Blog personal de Diego de Haller
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¿Dónde acabaremos?

Soy consciente de que con los años, uno se va haciendo más exigente o la paciencia se agota antes. De hecho, he notado que hace 3 años, por ejemplo, yo tenía mucha más paciencia con las cosas y con la gente. Ahora, en cambio, en situaciones similares mando todo a la mierda, casi literalmente, sin importarme nada las consecuencias o si he sido malo o lo que sea. Hace tres años, un amigo de la infancia, al que no veía desde hacía años, me llamaba para que le arreglara su ordenador o para que le configura la mula y yo iba raudo y veloz, adaptándome a su horario, y por supuesto sin cobrar un duro. O hace tres años alguien se comportaba de manera muy maleducada en el metro, en el tren o en la calle y pasaba del tema. También hace tres años, si en el trabajo íbamos un grupo a comer pero de ese grupo sólo me caían bien un par de personas, yo iba a pesar de que, sinceramente, no me lo pasaba bien.

Todo esto, hoy, ya nos así. Y lleva sin serlo desde hace unos meses. ¿El motivo? No sé, me haré mayor, o será que me doy cuenta de que realmente no compensa gastar energía en cosas que no te reportan nada. ¿Me he vuelto un egoísta? Pues puede. ¿Me he vuelto un borde? Pues puede que también. Pero, sinceramente, me da igual. Soy amable, servicial y tengo paciencia con la gente que de verdad me importa. Al resto, lo siento mucho, no os conozco, igual sois personas maravillosas y si os puedo ayudar en algo que no me lleve mucho tiempo y no me cuesta esfuerzo, lo haré encantado. Pero si es algo que me costaría mucho esfuerzo hacer (bien sea económico o intelectual), lo siento mucho, pero no puedo hacerlo. Eso lo reservo para la gente que tengo cerca. Muchos de los que estáis leyendo esto pensaréis que soy un egoísta y que sólo pienso en mí, y que si ayudo a alguien es porque espero recibir algo a cambio. Si es así, no me he sabido expresar. No soy egoísta, no pienso sólo en mí. Sólo estoy diciendo que con gente que no conozco de cerca no voy a tener la misma paciencia, dedicación o servicio que con los que han estado conmigo y están a mi lado. Por éstos últimos, hago lo que sea necesario, me lleve el esfuerzo que me lleve. Y ellos lo saben. Si queréis, en otro post, me explico un poco mejor, porque este tema da para más de un post.

El caso -que ya me iba por los cerros de Úbeda- es que este post viene, principalmente, a que los seres humanos cada vez se vuelven más maleducados. Vas en el metro y todo está hecho una guarrería, vas en el tren y la gente se sienta poniendo los pies encima de los asientos, vas por la calle y oyes la música de los que tienen un móvil con MP3 con el último éxito de los 40 principales (me acuerdo mucho del que inventó el MP3 para los móviles). O en la oficina, con los tonos de los móviles llorando mientras sus dueños se van a desayunar. Y digo llorando porque los tonos que tienen son de todo menos el ring ring de toda la vida y ya parece que esos aparatos toman vida y reclaman que ellos también quieren ir a desayunar, que para eso son móviles, ¿no?

No me gustaría estar ahora en el instituto o el colegio, viendo como los alumnos pasan de los profesores, les chulean, vacilan e incluso insultan. No me quiero imagina a esa profesora de inglés que tuve en 1º de BUP, que de lo buena que era la machacábamos psicológicamente y tuvo que pedir la baja laboral. Lo único que hacíamos era no hacerla caso, ni la chuleábamos, vacilábamos ni, muchísimo menos, la insultábamos.

Cada vez nos estamos volviendo más maleducados y menos considerados con la gente. Quizás con lo que dije antes suene a contradictorio todo esto, ya que por un lado digo que soy egoísta y, justamente, un comportamiento egoísta es lo que acabo de describir. Pero hay un pequeño matiz: yo me baso en la premisa de que mi libertad acaba donde empieza la del otro. Y creo que es obvio que hay una diferencia entre la libertad para decir que no quieres ayudar o no quieres aguantar ciertas cosas a la libertad de ir por el metro tirando cosas, ir por el tren poniendo los pies encima de los asientos o poner la música en el móvil a todo volumen.

A este paso, llegaremos a un punto en que seremos casi como animales, que es cierto que lo somos, pero se supone que tenemos algo más que un tigre o que un oso. Y el mero hecho de pensarlo, me asusta.

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